domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Que podemos aprender de la irresponsabilidad social de algunas microfinancieras?

¿Porqué preocuparnos ahora este tema? Por dos razones fundamentales. La primera es que la que reciente crisis del sistema de micro finanzas en un estado de la India puede propagarse al resto del mundo y en particular a América Latina. Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar. Y la otra es porque esa crisis nos da lecciones para la responsabilidad social de las instituciones financieras en general y para las empresas en particular.


La crisis en el estado de Andhra Pradesh en la India surge como consecuencia de que algunos clientes no pudieron pagar las elevadas tasas de interés de los préstamos lo que llevó a muchas familias a la ruina y a la desgracia y, en algunos casos, al suicidio. Esta situación fue lamentablemente exacerbada por algunos políticos oportunistas que sugirieron no pagar los créditos hasta que se arreglara la situación. Al interrumpirse el flujo a las microfinancieras se ha cerrado la renovación de créditos, eslabón fundamental del negocio, y se ha abierto un circulo vicioso virulento. Buena parte de las elevadas tasas de interés se deben a los elevados costos de transacción en préstamos muy pequeños con intensidad en supervisión directa. Sin embargo, parte de estas elevadas tasas se debe al poder cuasi-monopólico de algunas financieras. El hecho de que una de ellas fue al mercado de capitales con una emisión de acciones que hizo millonarios a algunos de sus accionistas, perjudicó la imagen pública de estas instituciones. Un problema de responsabilidad empresarial.


Ya hubo un caso en América Latina, que afortunadamente no llegó a mayores. Aparte de protestas aisladas de algunos expertos en el tema, no hubo reacción de los clientes ni de políticos. Fue el caso de una microfinanciera, con una posición en un gran mercado urbano que era monopólica, cobrando tasas de interés en exceso del 100 por ciento, aun con una mínima mora, con más de 600.000 clientes. Su rendimiento sobre el capital excedía el 50 por ciento, cuando en la banca tradicional no superaba el 10 por ciento. Los dueños decidieron salir a la Bolsa, no para aumentar el capital y así extender su cobertura, si no para vender el 30 por ciento de sus acciones y transformar en efectivo las ganancias contables. La emisión tuvo una sobre-subscripción de 12 veces. Los aportes originales de capital de US$6 millones se habían convertido en US$125 millones de valor en libros a través de ganancias contables, y se convirtieron en US$1.500 millones a través de la valoración en la bolsa. Los accionistas tuvieron un rendimiento del 100% anual compuesto, durante cada uno de los siete años de la existencia de la financiera. Todo ello gracias a tasas de interés superiores al 100 por cierto y a que los pobres pagan. ¿Quién pagó por estas extraordinarias ganancias de los accionistas?


¿Legal? SI, ¿Ético? NO. No es que tenga nada de malo ganar dinero legalmente, pero hay maneras y maneras. La emisión tuvo como objetivo capturar la alta valoración de la microfinanciera en el mercado, bajo la expectativa de ganancias extraordinarias, basadas en tasas de interés muy elevadas. Pero lo que cobraban no era ilegal y no está regulado. Siempre se ha argumentado, correctamente, que el control de las tasas de interés coartaría severamente el crédito. ¿Pero, y la responsabilidad social donde está? Aparentemente para los promotores era suficiente con dedicarse al microcrédito, con ello cumplían su labor ante la sociedad. Esta fue una excelente oportunidad perdida de crear, con parte de las ganancias extraordinarias, una Fundación para la educación financiera de los microempresarios. Y obviamente de reducir voluntariamente las tasas de interés.


Además de las responsabilidades tradicionales de toda empresa, ¿cuáles son las responsabilidades específicas a las microfinancieras? En realidad la gran mayoría son comunes con las de cualquier institución financiera, solo que más intensas, más sociales, más solidarias. Estas se tienen que adecuar al mercado que cubren, que suele ser poco competitivo y con clientes con muy pocos conocimientos financieros. Solo enumeraremos estas responsabilidades especiales para no extendernos:


• Dar el financiamiento que el cliente necesita y sólo el que el cliente necesita

• Como el cliente NO suele saber lo que necesita, hay que darle educación financiera en la demanda de los recursos y en su uso responsable.

• Y la responsabilidad mas importante, reducir el costo del dinero a través de la eficiencia en la intermediación financiera mediante:

  • Captación a bajo costo: Control de riesgos financieros y en cartera, mezcla de fondeo, buena gobernanza, responsabilidad (ética y transparencia), reporte de cumplimiento de objetivos (monitoreo del cliente y agregación)
  • Bajos márgenes de intermediación: Eficiencia en la gestión, usos de tecnología, selección y apoyo a clientes, manejo de liquidez.
  • Colocación efectiva: para la máxima recuperación

Pero, ¿se han preocupado las microfinancieras del impacto que sus costos de transacción tienen sobre sus clientes o simplemente traspasan esos elevados costos? Las microfinancieras dirán que eso es problema del mercado competitivo en que operan. Pero el mercado NO es competitivo, con todo lo que se quiera decir. El pobre cliente (en el sentido amplio de la palabra) no tiene conocimientos de finanzas, no es suficientemente sofisticado como para ir de financiera en financiera a ver quien le da mejores condiciones. ¿Sabe distinguir cuales son las mejores condiciones? Y si lo logra averiguar, no hay que preocuparse, las financieras se encargarán de complicarlo para que así no sea.


El hecho de prestar un servicio que supuestamente ayuda a mejorar la calidad de vida de la población, el hecho de que supuestamente ayuda a reducir la pobreza (hecho todavía no probado), no les permite ignorar la responsabilidad de su producto/servicio y del precio al que vende el producto


Lo del mercado competitivo en las microfinanzas en todavía una falacia en la mayoría de los países en vías desarrollo. Su regulación es relativamente deficiente, y cuando la hay es una regulación mas ligada a la estabilidad del sistema que a la protección del consumidor.


Pero esto nos deja además importantes lecciones para las empresas financieras y no financieras. Muchos de los problemas de las microfinancieras se deben a irresponsabilidades en el producto/servicio que venden y el precio al que lo venden. En las empresas en general, los que se preocupan de su responsabilidad social, se preocupan de la tipología tradicional de responsabilidades: medio ambiente, buen gobierno corporativo, políticas de recursos humanos, apoyo a la comunidad, etc.


Pero las responsabilidades en el producto y su precio no reciben tanta atención. En el caso de productos obviamente nocivos, pero para los cuales hay gran demanda (tabaco, alcohol, etc.), la responsabilidad recae en los gobiernos de regular su producción y consumo, y en buena medida a las mismas empresas, que tienen que cuidar la gallina de los huevos de oro y no perder el negocio. Pero hay muchos productos cuyo consumo se deja a la “regulación” del consumidor, muchas veces ignorante del tema. Habrán visto las pulseras milagrosas, las cremas que revierten el envejecimiento, los zapatos que adelgazan y reducen la celulitis y las píldoras que lo levantan todo a su máxima potencia. La responsabilidad del producto es un tema relativamente ignorado por los vigilantes de la RSE.


Y no se diga de los precios. Supuestamente los precios también están “regulados” por los mercados competitivos. Bajo el supuesto de que hay muchos productores que producen productos semejantes, no hace falta de que la empresa ejerza su responsabilidad de tener precios justos. El mercado lo hace. Pero esto depende de un supuesto en el funcionamiento de los mercados competitivos, que como en el caso de los microcréditos, pocas veces se cumple. Y es la disponibilidad de información y la capacidad del consumidor de actuar sobre ella.


Y no estamos proponiendo controles de precio, estamos proponiendo un mejor funcionamiento de los mercados, donde estos existen, vía más y mejor información y educación del consumidor


Este caso de las microfinanzas nos ilustra la responsabilidad que deben tener las empresas en dos áreas que los vigilantes de la RSE suelen ignorar o suponer que otros las cubren: responsabilidad del producto y de su precio. En estos aspectos estamos un poco retrasados.

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